Tesis central
En este texto, el autor hace una revisión crítica de los avances tecnológicos de la época actual. Desde su cosmovisión judía- según la cual no se debe tener ningún dios delante de YHWH, es decir, ni siquiera a la tecnología hay que darle el lugar que sólo debe ocupar Dios-, describe la situación actual, diciendo que: 1) aunque normalmente se piense que hay una relación directamente proporcional entre la tecnología y las ventajas que ésta produce -pensamiento que se acerca más a la idolatría de la tecnología que a su uso como herramienta-, dicha relación es más bien inversamente proporcional: entre más avanzada sea la tecnología, más desventajas producirá para el ser humano, razón por la cual hay que revisar a la tecnología con ojo crítico. 2) Ante dicha relación inversamente proporcional, hay que buscar la manera de humanizar la tecnología, es decir, que esta última vaya en pro de la humanidad y no que el ser humano esté al servicio de ella, como está sucediendo.
Como lo dijo Lucho Garzón cuando era alcalde de Bogotá: yo soy de izquierda, pero tengo que pensar para tomar decisiones ante el Transmilenio, las calles a pavimentar, etc., porque Marx no habló de esos temas en su Manifiesto Comunista, de la misma manera Neil Postman, reconociendo gran sabiduría en los proverbios de sabios antiguos, afirma que ellos no dijeron nada sobre los avances tecnológicos actuales, sencillamente porque no vivieron en la época actual. Entonces, por decirlo en términos lévysianos, a dicho autor le tocó actualizar la sabiduría que estaba latente (virtual) en los proverbios de los sabios que citó, para acercarse de manera crítica al tema en cuestión. Y el autor no sólo adoptó esta actitud para darnos sus cinco consejos, sino también para revisar críticamente en su tercera advertencia las actitudes de nuestra época, cuando contrapuso la sed actual de información efímera y la sabiduría tradicional, así:
“En una cultura no escrita, la memoria humana es de la máxima importancia, como pasa con los proverbios, refranes y canciones que contienen la sabiduría oral acumulada de siglos. Por eso el rey Salomón fue considerado como el más sabio de todos los hombres. En Reyes I nos cuentan que sabía hasta 3000 proverbios. Pero en la cultura escrita, estas hazañas de la memoria son consideradas una perdida de tiempo, y los proverbios son simplemente fantasías irrelevantes. La persona de la era de la imprenta tiene hábito de organización lógica y análisis sistemático, no escribe proverbios. La persona de la era del telégrafo valora la velocidad, no la introspección. La persona de la era televisiva valora la inmediatez, no los hechos históricos. La persona de la era de los ordenadores, ¿qué podemos decir de ella? Quizás podamos decir que la persona de la era de las computadoras valora la información, no el conocimiento, ciertamente no la sabiduría. De hecho, en la era de las computadoras, el concepto de sabiduría puede que no tarde en desaparecer por completo” (énfasis agregado).
Las cinco advertencias
1) Así, en la primera advertencia, que dice que todo cambio tecnológico implica un compromiso, Postman nos recuerda que aunque la tecnología nos ofrece ventajas, dichas ventajas no son gratuitas. Y nos advierte de esto en el contexto de su preocupación por la cultura, la cual se ve amenazada de sufrir un desequilibrio por causa de las personas incautas que, sin conocer la historia y, por ende, sin haber revisado las ventajas y desventajas que produjeron los avances tecnológicos desde la invención de los alfabetos, alaban acríticamente los avances de la tecnología actual.
Más adelante, en la quinta advertencia, Postman volverá a criticar esa fe del carbonero de algunas personas que creen que los avances de la tecnología actual no tienen ningún costo, que son gratuitos, cuando critique que dichos avances (incluyendo los avances descubiertos hace siglos) se dan por sentados, como si hicieran parte del orden natural del universo, como si hicieran parte de la Naturaleza creada por Dios, en vez de ser parte de la Artificialidad hecha por el ser humano.
Como herramienta para adquirir una visión crítica ante la tecnología actual, el autor nos exhorta a preguntar no solamente: ¿qué va a hacer esta nueva tecnología?, sino también, y sobre todo: ¿qué va a deshacer esta nueva tecnología?
2) Otra manifestación de la ceguera de algunas personas acerca de la tecnología actual, es creer que ésta está distribuida equitativamente para todas las personas. Y esta segunda advertencia va en consonancia lógica con la anterior, pues si las personas tienden a pensar que la tecnología es gratis, también tenderán a pensar que, por esa gratuidad, ésta es para todas las personas. Por eso, continuando con su metodología crítica para discernir las ventajas y desventajas de la tecnología actual, postula las siguientes preguntas: ¿quiénes se van a beneficiar del desarrollo de esta nueva tecnología?, ¿qué grupos, qué tipo de personas, qué tipo de industria va a ser favorecida?, ¿a qué grupos de personas va a perjudicar? Esto, porque las instituciones y empresas que requieren de avances tecnológicos, tales como el Ejército o la Aeronáutica, obviamente van a sacar muchas ventajas de dichos avances, mientras que los individuos comunes y corrientes: “tienen ahora sus asuntos privados mucho más accesibles a las instituciones siempre tan poderosas. Ahora son más fácilmente seguidos y controlados; están sujetos a muchos más controles e inspecciones, y se encuentran desconcertados antes las decisiones que se toman sobre ellos. Están siendo reducidos más que nunca a meros objetos numéricos. Están siendo enterrados en montañas de correo basura. Son objetivos fáciles de las agencias de publicidad y agencias estatales de fiscalización”. Cita que, según el ensayo de Rafael Cepeda sobre este mismo texto, tiene que ver con el Gran Hermano de 1984, de George Orwell, anotación de la cual ya se había hablado en este blog el 19 de marzo, cuando se dijo:
“Panoptismo”, “Gran Hermano”, entre otras palabras propias de las dis-topías, se nos volvieron comunes en Bogotá y quizás en el resto del país, gracias a que casi todos/as ven y escuchan los mismos medios de comunicación, prácticamente sin mirada ni oída crítica, discernidora, porque casi todos/as consideran que no hay que mirar ni escuchar otras fuentes de información. Y, entonces, por ejemplo (y sin que lo que voy a decir me haga partidario de las pirámides), en estos momentos es difícil encontrar a alguien que no hable mal de las pirámides y que no hable bien de los bancos, cuando hace unos meses la situación era al revés: “los bancos nos estafan, nos cobran intereses demasiado altos, no nos dan una buena tasa de interés, la rentabilidad es pésima”, “las pirámides están con el pueblo, no nos cobran intereses sino que nos triplican la plata como si los individuos del común fuéramos banqueros”. Hoy en día, debido a la agresiva publicidad que los/as dueños/as de los bancos, quienes veían en las pirámides al peor enemigo para su negocio, han promovido a través de los mass media, la gente prefiere a los bancos, exaltando cualidades que no veían en la época de gloria de las pirámides, tales como que son seguros, que ahí nadie se vuela con la plata, etc. Hoy en día casi nadie se acuerda de que los bancos cobran el cuatro por mil, que roban a la gente de manera legal por medio de sus altas tasas de interés, que hacen que la gente pierda su vivienda y sus ilusiones por el atraso en las cuotas impagables, etc. Hoy los bancos son lo mejor ante la “amenaza” (faltó decir terrorista) de las pirámides.
Y como sucede en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, así como en Matrix y otras distopías, las personas sometidas a ese sistema son perdedoras y los ganadores, entre quienes se incluyen las compañías de ordenadores, las corporaciones multinacionales y los estados nacionales, les hacen creer que dicha tecnología es la mejor. Condicionamiento para la esclavitud mediante las tecnologías, que tiene resultados efectivos. Por ejemplo, un niño que pasa varias horas al día jugando un videojuego, adquiere varias habilidades que le permitirán amoldarse al sistema sin problemas: velocidad para oprimir botones y ver objetos e informaciones que aparecen y desaparecen en segundos, que va acompañada de una incómoda posición jorobada. Esto le va a servir para pasar horas y horas jorobado frente a un computador, digitando y manipulando información virtual cuya vigencia no dura más de unos días, quizás de unas horas. Habilidades que lo privan de una postura erguida, más propia de los Homo Sapiens Sapiens que de los primates, y lo inhabilitan para usar otro tipo de tecnologías no tan avanzadas, más reales que virtuales, tales como el azadón en el campo, la raqueta en un campo de tenis, etc. Y esto nos recuerda lo que ya se había mencionado en este blog el cinco de marzo sobre las cápsulas en las cuales las máquinas de la Matrix encerraban a los humanos, para usarlos como energía. Ahora muchos/as de nosotros/as vivimos en cubículos, alimentando bases de datos. Como sucede en la heideggeriana estructura de emplazamiento, según la cual ya no se mira a la Naturaleza como tal, ya no se ve al agua como agua y al viento como viento interactuando en un molino de viento, sino que sólo se ve a dichos elementos naturales como fuentes de energía para almacenar, de la misma manera el ser humano se está convirtiendo en una fuente de energía más en este sistema tecnocrático, viendo amenazado así su ser. Y en esto coinciden Heidegger y Postman: la tecnología nos trae grandes ventajas, siempre y cuando la usemos como herramienta, como medio. Pero se nos convierte en una amenaza para nuestro ser cuando terminamos al servicio de la tecnología, cuando perdemos nuestro horizonte de libertad y, entonces, ya no somos auténticos, porque la verdad sólo se desoculta gracias a la libertad.
Y algo muy interesante de esta segunda advertencia es que nos dice que quienes tienen el poder, los medios económicos y, por ende, los avances tecnológicos, es decir, los ganadores, justifican la desigualdad ocasionada por los avances tecnológicos mediante el discurso del fácil acceso a la información. Todos los sacrificios que se pagan (sacrificios de los cuales nos habla Postman en la primera advertencia) valen la pena porque ahora contamos con acceso rápido a la información. Pero, ¿de qué sirve contar con fácil acceso a la información y saber de manera rápida cómo avanza la nueva influenza AH1N1 en Colombia, cuando los niños y las niñas de Cazucá siguen aguantado hambre y cuando los hijos del presidente de Colombia quieren quitarle a los/as papás/mamás de esos/as niños/as la única oportunidad de sobrevivir, al prohibirles mediante una ley acercarse a la basura, al querer castigarlos con comparendos cuando hurguen en las canecas o recojan desperdicios? El acceso rápido a la información legitima en nuestro país esas desigualdades, favoreciendo a Residuos Ecoeficiencia y desfavoreciendo a los/as recicladores/as. A su vez, todos los avances tecnológicos para procesar basuras usados por dicha empresa, favorecerá a los hijos del presidente, mientras que desfavorecerá a los hijos e hijas de dichos recicladores/as.
3) En ilación con esta imposición de la rapidez de la información como sumo valor de la sociedad, está la tercera advertencia: “toda tecnología incorpora una filosofía que es expresión de cómo la tecnología nos hace usar nuestra mente, en qué medida nos hace usar nuestros cuerpos, en como codifica nuestro mundo, a cuales de nuestros sentidos se amplifica, a cuales de nuestras emociones y tendencias intelectuales desatiende”. En otras palabras, “cualquier tecnología tiene su prejuicio”. Y ese prejuicio se nos impone en esta época cuando la memoria no tiene importancia, como se mostraba al inicio de esta reseña. Carencia de memoria que en nuestro continente latinoamericano, por ejemplo, -y como se veía en la segunda advertencia de Postman- sigue favoreciendo a quienes tienen el poder, y desfavoreciendo a quienes no lo tienen. ¿Qué memoria hubo en Perú al volver a elegir como presidente al, según la opinión de las mayorías, uno de los peores presidentes de la historia peruana, a saber: Alan García? Como dice Postman: “La persona de la era televisiva valora la inmediatez, no los hechos históricos”. Y si en esa inmediatez los medios de comunicación le dicen que vote por el presidente que le ha hecho tanto daño, entonces la persona carente de ojo crítico, porque no sabe ni piensa en su historia, vota por dicho presidente. Y mejor ni hablemos de nuestro caso colombiano.
4) La cuarta advertencia también tiene todo que ver con las anteriores, pues dice que un nuevo medio no añade algo, sino que lo cambia todo. Como lo ejemplifica Postman: “Después de la televisión, América ya no era América más la televisión. La televisión dio una nueva coloración a las campañas políticas, a las escuelas, a las iglesias, a las industrias y a todo en general”. Y lo más importante de esta advertencia es que el autor liga dicho cambio tecnológico con el capitalismo.
Ya se había mencionado que a Postaman le preocupaba lo que estaba sucediendo con la cultura. Ahora nos advierte que los capitalistas son “gente que asume riesgos culturales”. Y esto nos sirve para entender por qué en nuestra época se prefiere a la información que a la sabiduría. A los capitalistas les conviene difundir sus ideologías a través de los medios de comunicación. Puesto que a ellos lo que les interesa es ganar dinero y acumularlo, les cae de perlas que la gente ya no piense, para que no piense que la están estafando, utilizando, esclavizando. Les conviene que la gente sólo se informe y que esa información sea sobre datos efímeros, que a su vez pueden ser olvidados con la misma rapidez con que fueron adquiridos. Y por eso no les interesa que, en pro de sus intereses, destruyan cualquier tradición cultural, que cambien paradigmas, que aniquilen el ser del ser humano, cosificándolo.
5) Esta última advertencia consiste en decirnos que hay una tendencia actual a mitificar la tecnología, lo cual ya se había mencionado al comienzo de esta reseña. “Cuando una tecnología se hace mítica, es peligroso porque entonces es aceptada como es, y no es entonces fácilmente susceptible de modificación o control”. Y aquí se pueden conectar todas las advertencias, pues son teoremas que se deducen unos de otros en una axiomática pro-vida, pro-humanización: si hay una ideología capitalista (advertencias 3 y 4) detrás de cada medio de comunicación -medios que nos descrestan con los avances tecnológicos empleados en los efectos audiovisuales-, ideología que se esparce mediante el fácil acceso a la información efímera (advertencia 2) al tiempo que erradica la memoria individual y colectiva de los pueblos (advertencia 3), es fácil llegar a pensar que esa facilidad de acceso a la información mediante las tecnologías de avanzada es asequible para todas las personas y, más aún, que dichas tecnologías siempre han estado ahí, como elementos de la creación (advertencia 2). Avances tecnológicos que aparentemente no nos cuestan nada (advertencia 1), pero que realmente nos cuestan todo: la pérdida de nuestra libertad o subyugación ante el dominio de los capitalistas, quienes están dispuestos a destruir nuestra tradición cultural con tal de acumular capitales enormes. Y lo peor es que somos felices de que así sea, los avances tecnológicos son nuestro soma, como en Un mundo feliz. “Hemos deseado adaptar nuestras vidas para encajar los requisitos tecnológicos, no los requisitos de la cultura”.
Finalmente, vale la pena decir que este texto de Postman nos cae como anillo al dedo en este momento del curso, luego de haber revisado cinco capítulos de un libro escrito por un Pierre Lévy optimista y totalmente convencido de las ventajas de esta época virtual. Postman, quien no sólo cuenta con la capacidad argumentativa que le dio la Filosofía, sino también con esa mirada crítica que le generó su convicción judaica de no arrodillarse ante ningún sofisma, ante ninguna imagen, ante ningún sistema que pretenda ser Dios (¿es la religión siempre el opio del pueblo?), nos anima a “actuar con los ojos bien abiertos para que utilicemos más la tecnología en vez de que sea la tecnología la que nos utilice a nosotros”, advertencia que Lévy, por su entusiasmo respecto a los avances tecnológicos, pasó por alto.